El miércoles 22 de junio, a pocos días de cumplirse los 20 años de la Masacre de Avellaneda en, se que fueron asesinados Kosteki y Santillán, se realizó la presentación de la reedición, ampliada y corregida, del libro “Una historia del movimiento Piquetero”. Este libro, escrito por Luis Oviedo, desarrolla la conformación del movimiento de desocupados nacido en los noventa y que fue protagonista del Argentinazo del 2001; y esta tercera edición contiene como agregados artículos sobre la posterior la historia del movimiento piquetero y el destacado lugar de la lucha de la mujer en él. Si estas páginas despiertan nuevamente un gran interés, es porque hoy de nuevo sufrimos un crecimiento del hambre y la miseria mientras los gobiernos entregan el país al FMI, pero también porque otra vez son los piqueteros quienes se encuentra a la vanguardia de la lucha contra el ajuste y son por eso un actor fundamental de la escena política.
La presentación contó con la presencia de varios dirigentes piqueteros como Eduardo Belliboni, dirigente del Polo Obrero, Néstor Pitrola, fundador del Polo Obrero y dirigente del Partido Obrero, y también de dirigentes de organizaciones sociales invitados, como Orlando Agüero (Frente Popular Darío Santillán) y Juan Grabois (Movimiento de Trabajadores Excluídos). La presencia de posiciones tan disímiles buscaba poner sobre la mesa uno de los ejes centrales y más polémicos del libro: la independencia política y la cooptación estatal.
Néstor Pitrola abrió la presentación y contribuyó con un resumen de la historia del movimiento piquetero, explicando que el Polo Obrero se fundó en 2001 para unir, en una lucha común, a trabajadores ocupados y desocupados y manifestando su vigencia histórica. Además contextualizó la actividad en el marco de un ataque, por parte de todo el arco político, incluída Cristina Kirchner, hacia el movimiento de desocupados que se organiza, lucha y le marca la cancha al gobierno. En ese sentido también expresó la permanente tensión que existe entre la independencia política y la tendencia a la cooptación, por parte del Estado, del movimiento piquetero, lo que posibilitó la apertura del debate sobre el punto.
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Luego, el dirigente del FPDS, hizo un raconto de los ataques llevados adelante por parte de los distintos gobiernos a las organizaciones populares y relató las implicancias políticas y económicas de la Masacre de Avellaneda, estableciendo una analogía con la difamación actual que impulsan los medios, la justicia y todo el régimen político hacia el movimiento piquetero. En ese sentido, y a 20 años del asesinato, el dirigente mencionó el orgullo que significa hoy pertenecer al movimiento que integraron Darío Santillán y Maximiliano Kosteki y continuar levantando su bandera.
Juan Grabois comenzó su intervención reconociendo formar parte del gobierno del Frente de Todos pero recordando también que asistió, invitado por Eduardo Belliboni, al acampe que la Unidad Piquetera realizó en las puertas del Ministerio de Desarrollo Social, en el marco del plan de lucha votado en el Plenario Piquetero Nacional contra el ajuste del gobierno. A su vez, el dirigente social mencionó la riqueza histórica con la que cuenta el libro pero polemizó sobre el concepto de “desocupado”, aduciendo que aquellos son trabajadores ocupados sin empleo, porque no poseen derechos ni sin patrón “visible” (o identificable jurídicamente). Este argumento solventa las bases de la idea de “economía popular” que defiende el dirigente.
Eduardo Belliboni le contestó que la clase obrera ha peleado toda la vida contra la desocupación y que “el capital adopta una forma de explotación de recursos, como la especulación financiera, con el afán de requerir cada vez menos mano de obra, lo que hoy se manifiesta en una huelga mundial de inversiones, y con la superexplotación de los trabajadores. Un ejemplo es el caso de Fate, donde las patronales la juntaron en pala a costa de esa superexplotación, tanto es así que lograron comprarse otra empresa como lo es Aluar, y buscaron avanzar en la eliminación de un turno. El ataque se quebró mediante la lucha y la organización de trabajadores ocupados y desocupados y de los métodos piqueteros para defender los puestos de trabajo, no oficiando de ejército de reserva para que las patronales tiren abajo los salarios. En este sentido sólo caben dos opciones: luchar contra el capitalismo o adaptarse a él. Frente a esto, yo considero que la “economía popular”, que plantean las organizaciones como la de Grabois, se adaptan a la crisis capitalista”.
Precisamente porque escapa al encorsetamiento de la burocracia sindical y de los aparatos de punteros, el movimiento piquetero independiente es el foco de repudio de toda la política burguesa, desde Cristina Kirchner a Milei y Clarín, que pretenden recortar la asistencia social y terminar con los planes sociales como exige el gran capital para degradar más los salarios de miseria. La unidad de trabajadores ocupados y desocupados atraviesa a todo el libro porque rescata al movimiento piquetero como expresión genuina de la clase obrera en la etapa de la crisis y decadencia del capitalismo. Son estas organizaciones, con los métodos históricos de la asamblea y el piquete, por sus reclamos y apoyando todas las luchas obreras, las que conmocionan al país.
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