La iglesia se suma a la cruzada contra los planes sociales y los piqueteros


Luego de las declaraciones donde la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, se hiciera eco del ataque artero contra el movimiento piquetero que esgrimen Bullrich, Milei y el conjunto del arco político, reclamando que los intendentes y los gobernadores recuperen el monopolio de los planes sociales e incluso exigiendo un recorte en los mismos, la Iglesia Católica se plegó en la ofensiva. El clero es el principal beneficiario de la delegación de la asistencia social del Estado, y ve amenazada su influencia en las barriadas por la organización y la lucha del movimiento piquetero independiente, que tiene al Polo Obrero a la cabeza.

En esa tónica la Pastoral Social armó un seminario en Mar del Plata por el que desfilan varias figuras de todos los palos: Juan Zabaleta, ministro de Desarrollo Social, el diputado nacional del PRO Diego Santilli, al economista Carlos Melconian, el secretario de Culto Guillermo Oliveri, la camporista titular de la Anses Fernanda Raverta, Daniel Funes de Rioja de la UIA y el intendente de Mar del Plata, el macrista Guillermo Montenegro, además de referentes sindicales, empresarios y, claro, de la iglesia.

La reunión girará en torno a las declaraciones que sostuvo el Papa en su último discurso, donde afirmó que “no se puede vivir de subsidios porque el gran objetivo es brindar fuentes de trabajo diversificadas que permitan a todos construir el futuro con el esfuerzo y el ingenio”. El máximo pontífice de la institución más retrógrada y parasitaria del Estado reclama un recorte en la asistencia social, que ya de por sí es insuficiente, pero representa a la institución más subsidiada por todos los Estados del mundo.

En Argentina ha avanzado en los últimos años la delegación en la Iglesia de partidas, como sucede con gran parte de la asistencia alimentaria, y el financiamiento a organizaciones civiles, mutuales, federaciones y cooperativas que reportan a diferentes sectores confesionales. Por este motivo, la iglesia se sube al barco de CFK en función de reforzar su papel de control social en los barrios, sobre todo por el férreo vínculo que sostiene la institución con los gobernadores e intendentes del conurbano, como es el caso de La Matanza donde armaron una Secretaría de Culto para nombrar a un pastor evangélico. Se valen de ese poder para acudir a las familias más pobres con prédicas misóginas, oscurantistas y de resignación mientras crece el hambre.

Hay que apuntar también la injerencia dominante en la educación y la salud privadas, lo que incluye partidas de subsidios en todas las jurisdicciones. Ello forma parte de una transferencia millonaria de recursos públicos, donde el monto principal corresponde a exenciones impositivas (en tributos como el inmobiliario urbano, ingresos brutos o ganancias), e incluso el financiamiento para la remodelación de sus propiedades en concepto de “obras públicas”, o la cesión por parte del Estado de numerosos terrenos, edificios públicos y otros inmuebles que engrosan el inmenso patrimonio inmobiliario de la iglesia.

Un ejemplo de esto también es el escándalo del exsenador mendocino y dueño de una franquicia de iglesias evangélicas, Héctor Bonarrico, quien iba a recibir un subsidio de, por lo menos, 18 millones de pesos antes de que se destapara la olla de la corruptela, lo que equivale al presupuesto de merienda para un año de siete escuelas con 700 niños, 178.570 litros de leche para un comedor popular o casi el 15% del presupuesto anual de la Secretaría de la Mujer.

Por otro lado, el “ingenio” que propone el sumo pontífice no es más que otra expresión del discurso del emprendedurismo que embellece la precarización laboral, y va en sintonía con el concepto de “economía popular” que promueven algunas organizaciones sociales ligadas al clero, prestando servicios bajo la forma de cooperativas u otros tipos de trabajo descalificado. Esto es lo que quiere generalizar cuando habla de que “el empleo asalariado con convenio colectivo, aguinaldo y vacaciones no absorbe la totalidad de la fuerza de trabajo disponible”, y que por lo tanto es necesario “contemplar las condiciones de los trabajadores que están afuera del sistema de trabajo tradicional” (Página 12, 28/6).

Desde el Partido Obrero rechazamos esta campaña contra la lucha piquetera, a la que se suma la Iglesia con su prédica de la resignación para garantizar la paz social en un cuadro de guerra contra los trabajadores, que implica hasta el vaciamiento en marcha de los comedores escolares. Los comedores populares han surgido de la organización de las familias en los barrios ante el crecimiento de la miseria, y los reivindicamos como tales a la vez que exigimos que el Estado garantice todos los recursos que hagan falta. Es precisamente esa organización independiente contra la que apuntan desde Cristina y Milei hasta el clero.

Luchamos por la separación de la iglesia del Estado, por terminar con sus beneficios económicos y su injerencia en la vida pública. Inscribimos esta pelea en el esfuerzo por favorecer la intervención de los trabajadores para derrotar el plan de ajuste del gobierno y el FMI, y en este sentido nos abocamos a la campaña por un paro nacional y un plan de lucha que unifique a ocupados y desocupados por todos los reclamos.

https://prensaobrera.com/movimiento-piquetero/que-hay-detras-del-ataque-de-cristina-al-movimiento-piquetero

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