El video viral de Mariana Alfonzo, identificada mediáticamente como “la planera”, ilustra un personaje falso, caricaturesco, de las y los beneficiarios de los programas sociales, hecho a la medida de todos los prejuicios difundidos contra la población pobre y trabajadora.
El personaje de “la planera” es viralizado por todos los medios patronales porque ilustra una versión estigmatizada del desocupado. Es la oportunidad para golpear a la lucha contra la miseria que encarna el movimiento piquetero. Por eso se prenden a las palabras de Mariana Alfonzo, en búsqueda de fama, porque son una contribución consciente o inconsciente a ello.
Pero los desocupados son millones y decenas de miles de ellos se encuentran organizados e interviniendo en la lucha diaria. Sus testimonios también cuentan y son superiores, porque expresan la realidad de un movimiento de lucha para salir de la pobreza, la precarización, la miseria y los ataques de quienes se llenan los bolsillos y burlan de la clase trabajadora con estas maniobras.
“Vivir del Estado”
Alfonzo parte de un presupuesto que es totalmente equivocado: que los desocupados viven del Estado, como si se tratara de un derecho universal a la pereza.
Pero los programas sociales no son ninguna “asistencia desinteresada del Estado” sino que son la respuesta del Estado a la lucha piquetera contra el hambre y por trabajo genuino. No son una sino el resultado de que el capitalismo niega el derecho elemental al trabajador a ser explotado. Que la respuesta a la lucha por trabajo sea la asistencia social delata todo un régimen de miseria irrecuperable. Los planes no son, por supuesto, una salida a la miseria: con los $60.000 que cobra Mariana no se puede pagar un alquiler. Por último, vienen atados a una contraprestación, que los beneficiarios realizan en las peores condiciones laborales, en muchos casos como mano de obra precarizada de los intendentes y punteros del poder, y en otras autoorganizándose en comedores populares, financiados con colectas vecinales.
Tampoco es cierto que exista un derecho universal a la asistencia del Estado. Actualmente hay 1.300.000 beneficiarios del Potenciar Trabajo, pero se calcula que hay entre 7 y 10 millones de desocupados que no pueden acceder a este programa. En los medios se acusa a este sector de “privilegiado”. En realidad, esta diferenciación entre los desocupados es el resultado de la negativa de los gobiernos a universalizar la asistencia, lo que viene pidiendo el movimiento piquetero.
Lo que gasta el Estado en los programas sociales es un monto ínfimo en comparación a lo que se destina a los especuladores financieros y a las patronales. Solo en subsidios energéticos a las grandes petroleras multinacionales se gasta más que todo el presupuesto destinado a todos los programas sociales del Estado.
“Les pagan por tener hijos”
En el discurso del personaje y en la estigmatización de los medios de comunicación se ubica la asistencia económica del Estado a los niños como una especie de pago por parir, un frecuente latiguillo utilizado contra las madres pobres. Y se denuncia a las madres pobre por “tener hijos” sin capacidad para sostenerlos.
La idea de que se les paga a las mujeres por parir es otra difamación. El “costo” de criar un hijo, alimentarlo, vestirlo, educarlo, cuidar su salud, etc. es muchísimo más que el subsidio que recibe. La asignación universal es una medida contención social, frente a un cuadro de desocupación estructural. Es el reconocimiento de la incapacidad de crear trabajo bajo convenio. La “asistencia” es de miseria y sus fondos salen del sistema jubilatorio. La masividad de la asignación no es el resultado de la “decisión” de las madres sino de la “decisión” del sistema de dejar sin trabajo a millones de familias trabajadoras.
El ataque a la decisión de tener hijos de las madres pobres es un ataque típicamente clasista. En lugar de apuntar contra el sistema que niega a las madres los recursos para mantener a su familia, atacan y estigmatizan a las mujeres que deciden ejercer la maternidad aún en las condiciones de miseria impuestas por el régimen.
¿Trabajador contra trabajador?
“Gente laburante como vos a nosotros no nos sirve”, es una de las frases que utiliza Alfonzo y que han viralizado sin freno los medios de comunicación. Alimenta la intención persistente de las patronales y sus voceros de enfrentar a los trabajadores vs los desocupados. Va en línea con la campaña que denuncia a los desocupados por “ganar” con planes mas de lo que gana un trabajador.
En efecto, muchos gremios y especialmente en el trabajo en negro se cobran salarios desde 40.000 o 50.000 pesos, un monto cercano al que se puede cobrar con un plan y la asignación por hijo. Pero ¿qué efecto tienen los planes sobre el salario? Si un trabajador debe elegir entre morir de hambre y aceptar un salario de miseria, elegirá el salario. SI, por el contrario, cuenta con un seguro al desocupado, tendrá mas capacidad para reclamar un salario mayor. Por eso,los planes sociales le ponen un límite a la caída del salario.
Quienes denuncian y oponen un plan al trabajo mal pago, están queriendo anular la asistencia social para abatir aún más los salarios. Los trabajadores ocupados y desocupados tienen intereses comunes: incluso las organizaciones piqueteras tienen como punto central el reclamo de llevar el salario mínimo a 105.000 pesos, el costo actual de la canasta básica.
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