Fabio Cuggini, quien se presenta como “peluquero” ante la opinión pública, se cruzó por televisión con el dirigente del Polo Obrero, Eduardo Belliboni. Como es habitual con este mediático empresario explotador, se dedicó a atacar la lucha de los piqueteros y por elevación al conjunto de los trabajadores desocupados, lo que frecuentemente hace en los medios. Alguna vez dijo, con respecto a los piquetes, que “saldría con una ametralladora”. Al hablar, Cuggini pretende colocarse como una vara de “altura moral”, de “trabajador intachable”, aunque se trate en los hechos de un capitalista precarizador de trabajadores y evasor fiscal confeso (e impune).
En la pantalla se lo puede ver quejándose de “mantener vagos”. Esto a pesar de que supo admitir también frente a las cámaras evadir impuestos, no facturar ante el fisco y haber aprovechado el blanqueo de capitales macrista para formalizar enormes sumas de dinero no declarado. En efecto, el falso “peluquero” tiene registradas varias marcas a su nombre para sortear sus obligaciones fiscales, varias de ellas, inclusive, sin presentar trabajadores registrados. Pero no se dedica solo al rubro de las peluquerías, sino también a otros como la ropa, y, según sus dudosos registros fiscales, hasta el papel y el cartón, metales preciosos, artefactos y por ahí sigue la lista.
Tras el intercambio televisivo que tuvo lugar con Eduardo Belliboni, nuestro compañero Néstor Pitrola señaló en su Twitter como esta figura que se vende como un “trabajador” es en realidad un capitalista bien posicionado que se retiró de los estudios en un BMW. Un capitalista bien posicionado que, claro, hizo su fortuna a costa de todo lo anterior. Fiel a sus chácharas, Cuggini le argumentó que la plata “la hizo trabajando”. Pero rápidamente comenzó a recibir respuestas y Tweets citados acusándolo de mentiroso, y exponiendo su condición de explotador laboral, incluido el testimonio de un trabajador que lo sufrió en carne propia.
Hay q denunciarlooo
— Cuggini Fabio (@cuggini_fabio) July 28, 2022
Quizás el dato más terrible sea que, frente a las acusaciones, volvió a reconocerlo abiertamente y a mofarse de eso. Pero las denuncias retratan a la perfección a un fiel representante de los capitalistas que hacen su patrimonio sobreexplotando, flexibilizando y pagando salarios de hambre, pero aducen que el problema del país son los “altos costos laborales”.
Jornadas laborales que pueden durar hasta 16 horas, talleres textiles clandestinos, brechas salariales, discriminación laboral, remuneración por productividad y otro tendal de atropellos patronales. Obviamente, también salarios de miseria generalizados. Pese a sus reiteradas quejas de “estar por fundirse” para presionar por sus demandas patronales, lo cierto es que Cuggini lejos está de ello. En tal sentido vale el señalamiento de que cuando realmente el panorama se le hizo adverso, en 2001, declaró la quiebra, dejó a sus trabajadores en la calle sin pagarles un centavo y se fue a Brasil. Luego retornó al país para recomponerse sobre la misma base de flexibilización laboral y evasión impositiva.
Sus ataques al movimiento piquetero y los desocupados responden a una exigencia común de toda la clase capitalista: eliminar los planes sociales para que no “compitan” con los salarios de miseria que pagan. Al peluquero trucho nada le importa que miles o millones de trabajadores estén siendo severamente castigados por el hambre. Barrer con la asistencia social le permitiría mejores márgenes para negociar sueldos de dos mangos a costa de jornadas laborales extenuantes y en malas condiciones.
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